¡Claro! Supongo que ahora sí sabe a quién me refiero. ¿Y cómo olvidarlo? Si luego de 20 años de su muerte, en un día como hoy, el 20 de abril de 1993, con sus algarabías, miles de hispanoblantes de todas las generaciones aún se desternillan de la risa.
El “pelado urbano” con bigote ralo, chaqueta gastada, pantalones apenas sostenidos por la cadera, su infaltable sombrero y un pañuelo amarrado a modo de corbata, se ganó el corazón del público y pronto adquirió tal fama, que marcó su propio capítulo en la historia como un hito cinematográfico.
¡Qué cantinflada! El mismo Charles Chaplin, uno de los más grandes actores y cómicos en la historia del sétimo arte, calificó a Mario Moreno como el mejor comediante del mundo, incluso por encima de su propio arte.
Poca razón tenía el personaje, en su película El señor fotógrafo, al decir que era un joven “de un presente inestable, de un futuro ignorado”.
Incluso el líder cubano Fidel Castro es un fiel seguidor de los disparates cantinflescos. Lo confesó en medio de su discurso acerca del racismo del 4 de febrero de 1999, ante más de 4.000 educadores de Latinoamérica, el mismo en que expresó su repudio por Tarzán. “Yo era y soy un simpatizante de Cantinflas porque lo hacía reír a uno con su forma enredada de hablar mucho sin decir nada”, dijo.
Incluso, cantinflear fue aceptado por la Real Academia de la Lengua Española en 1993. Significa hablar de forma disparatada e incongruente, sin decir nada; actuar de la misma manera”.
Talento natural. Quizá ahora comprenda qué le causaba tanta gracia de él. ¿No se ve a sí mismo reflejado en ese pillo que siempre acababa metido en algún enredo?
“Despreocupado, atrevido, insolente, aprovechador de las circunstancias siempre que sea posible: son términos que describen, más que califican, a Cantinflas”, comentó dos años atrás Pedro González , entonces director del Instituto de México.
El buen humor también dependía de la naturalidad de su actuación, lo cual, a su vez, representaba un reto para los actores que trabajaron con él. El elenco se apegaba al guion y, de pronto, ¡zas! Cantinflas se robaba el show con un disparate que se le ocurría en ese instante. Todos estallaban de la risa, tocaba grabar de nuevo.
En una época en la que los ricachones ocupaban el primer plano en el cine, Cantinflas se catapultó al éxito por enfocar las cámaras en un hombre de clase humilde, que se las ingeniaba de mil maneras para ganarse la vida.
Barrendero, bolero, barbero, vendedor de mariscos, salvavidas y hasta diputado, son solo algunos de los oficios que engalanaron poco más de medio centenar de películas, en los 45 años que dieron vida al personaje insignia de Moreno.
“Para el grueso de sus admiradores, Cantinflas representaba un ideal, el del self made man capaz de triunfar sin mayor ayuda que el talento propio. Los integrantes de las clases populares, después de ver sus películas, salían del cine convencidos de que todo era posible”, añadió González.
El personaje que llevó a la fama a Mario Moreno no distaba mucho de su verdadera forma de ser: un hombre sencillo, que abandonó sus estudios a corta edad para sumarse a la fuerza laboral como limpiabotas, taxista y hasta boxeador, en busca de la fama y el dinero.
Lo noquearon en el primer round de su primera pelea, para dicha de todos los que algún día rieron con sus películas en blanco y negro o a color.
Luego, le tocó probar suerte como bailarín en una carpa teatral en la ciudad de Jalapa, México. La función se retrasó, así que el director le ordenó salir a calmar al público impaciente. Imagínelo como en una escena de cualquiera de sus películas, porque así fue.
Los nervios se lo comieron y comenzó a decir frases sueltas sin sentido. La gente reía; el ídolo mexicano acababa de encontrar su olla de oro al final del arcoíris.
A Cantinflas se le honra por introducir la comedia al cine mexicano y conseguir incluso más aceptación que la que logró en las carpas.
Aunque su paso por Estados Unidos no fue la sensación haber filmado dos películas de habla inglesa ya es suficiente mérito: La vuelta al mundo en 80 días (1956) y Pepe (1960), según el crítico de cine Erick Fallas. “Es un homenaje, más que cualquier cosa”, opina.
En cambio, para sus coterráneos, Cantinflas sigue siendo el rey. Sus películas –según el Instituto Mexicano de Cinematografía– hoy son de las más buscadas en la televisión pública y de paga, por encima de éxitos taquilleros de Hollywood como Avatar y Crepúsculo.
Tal es la fascinación por el pobretón de aspecto descuidado y corazón noble, que Cantinflas irá en mayo próximo al Festival de Cannes como caricatura animada.
Fallas está convencido y dice sin titubeos: “en habla hispana no ha habido otro cómico como Cantinflas”.
“Por generaciones de generaciones, tiene fanáticos. Algunos lo vieron en cine, otros lo vieron en la televisión o solo en video. Se ha heredado el gusto por ese tipo de películas, no pasan de moda”.
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